Ando con la cabeza embotada. Me dicen que es la astenia primaveral, que por eso el cuerpo está más plomizo y la mirada alicaída. Puede ser. Esta primavera, como mi cabeza, parece querer reventar. No sólo climáticamente: nubes, sol, lluvia, frío, sol, calor, más calor. Es una primavera liosa. Una maraña. Como sus días, que despliegan argumentos como para no salir de casa.
Esta desquiciante primavera te habla, de golpe, de asesinos marciales que descuartizan a prostitutas. Muy "Made in USA". A lo Dexter. Desde la frivolidad de la distancia, uno lo ve como una hijoputada de un malnacido. Pero si te bajas de la parra primaveral y empiezas a dejar fluir tus sentimientos, a pensar en la pobre joven que descuartizó ese falso shaolín, entonces te duele hasta el alma. Y te olvidas del carnicero, para centrarte en ella. E imaginas sus ojos llorando crueldad. El martirio que padeció. El espanto que vivió. Sus gritos. Su dolor. Y te estalla la cabeza.
Esta primavera está siendo convulsa. …